Cómo cambiar de banco y no
desfallecer
El sistema bancario español ha sufrido
modificaciones drásticas en estos años de crisis. Y uno de los aspectos clave
es la relación con el cliente. La comercialización de ciertos productos, y las
malas prácticas en otros, han aumentado la desconfianza de los ahorradores.
El cambio de mentalidad coincide con una
reestructuración que en su cara más visible se resume en compras de bancos y
cierres de oficinas. En esta transformación, el ahorrador puede verse afectado
y sentir que los cambios le suponen un coste económico. De este modo, se puede
encontrar en el corto plazo con un peor servicio. El precio de los servicios
está entre las principales razones para cambiar de banco.
Existe libertad para cambiar de banco
pero hay barreras que lo impiden o dificultan. Cuantos más productos tenga el
usuario contratados, más se reduce la probabilidad que se cambie de entidad.
Cambiar una cuenta corriente es fácil, y el banco de destino hasta se encarga
de asumir las domiciliaciones de los recibos.
Pero, ¿qué ocurre con una hipoteca? Los
préstamos con garantía hipotecaria se han convertido en el gran obstáculo para
irse a otra entidad. La migración no sólo conlleva gastos, sino que ahora mismo
las condiciones ofertadas son en su mayoría infinitamente peores que las que
había hace años. Además, se exige tener una cuenta corriente donde domiciliar
los pagos. En el traspaso de hipotecas debe analizarse bien si se consigue un
claro beneficio mes a mes.
Al margen de esta atadura indirecta,
existe otra mucho más directa: firmar una vinculación a cambio de
contraprestaciones. El cliente, muchas veces, ni siquiera se da cuenta. Un
ejemplo son las cuentas corrientes en las que se recibe un ordenador, televisor
o cualquier regalo por domiciliar la nómina. A cambio, exigen que esta se
mantenga por periodos que generalmente llegan hasta los 24 meses. Al no
hacerlo, habrá que devolver el contravalor monetario del producto según se
refleje en el contrato
Desde que empieza la relación con el
banco es necesario procurar no hipotecar la libertad como cliente. ¿Cómo? En
primer lugar, optando por entidades cuyos servicios de forma global sean
económicos. Y, a la hora de contratar un producto financiero tan importante
como la hipoteca, no hacerlo a la ligera.
En mi opinión, este artículo nos explica muy bien
todos los pros y contras de cambiar nuestra entidad bancaria o cuenta. Creo que
puede ser un proceso difícil si no se siguen una serie de pasos y puede
conllevar unas repercusiones. También hay que tener en cuenta que si estamos
sujetos a un contrato, por ejemplo una hipoteca o un préstamo, deberemos pagar
una especie de finanza dependiendo de nuestro banco. De todos modos, nuestra
nueva entidad financiera podrá solucionar todo los problemas.
TERESA MONFORTE SANZ 1ºBSA
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