La burbuja inmobiliaria de China, clasificada por los
economistas como la más grande de la historia, comenzó a gestarse hace
aproximadamente quince años, cuando el gobierno Chino permitió que millones de
ciudadanos pudieran tener una vivienda en propiedad. Las posibilidades de hacer
negocio eran infinitas y el sector de la construcción creció mucho durante
varios años.
Se construyeron millones de viviendas y los ciudadanos se
lanzaron a comprarlas, incluso en algunos casos, se compraron más de dos
viviendas con los ahorros de hasta tres generaciones. Los precios subían muy
rápidamente y el resultado de esta invitación al desarrollismo fueron decenas
de ciudades fantasmas con miles de viviendas vacías repartidas por todo el país.
Un ejemplo de ciudad fantasma es Ordos, situada en el interior
de Mongolia. Fue construida para cerca de un millón de personas y actualmente
la ciudad está “muerta” sin ni siquiera estar terminada. Esta ciudad, con toque
futurista, se encuentra totalmente vacía en mitad del desierto del Gobi.
Actualmente la construcción de edificios supone entre el 20%
y 30% de la actividad económica de China y, al año, se construyen entre 12 y 24
ciudades nuevas. Estos datos generan una preocupación seria a los economistas
que desde hace años insisten y advierten de lo peligrosa que puede resultar
esta burbuja inmobiliaria cuando estalle. Incluso el mayor constructor de
viviendas del país (y del mundo), Wang Shi, cree que el “crash” es inmediato y
sus efectos serán devastadores.
En las grandes ciudades de China como Shanghai o Pekín, los
precios inmobiliarios siguen subiendo aunque a menor velocidad que en meses
anteriores.
Para Michael Pettis, un prestigioso profesor de la
Universidad de Pekín, China no vivirá como se ha especulado en los últimos
años, ni un aterrizaje brusco ni un aterrizaje suave, sino un aterrizaje largo
con crecimientos en torno al 3% y 4% que se mantendrán de forma estable durante
varios años.
(Ordos)
Pilar Martínez Vallés - 1ºBCA
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