lunes, 6 de octubre de 2014

El síndrome del crecimiento infinito

Os copio un artículo relacionado con los temas de: crecimiento económico, libre mercado, la asignación de recursos... Me parece interesante:

"Quizás no hemos encontrado otro mejor, pero el sistema capitalista es un sistema que produce grandes problemas, desajustes e injusticias. Y desde luego el liberalismo sin freno ni control basado en la "bondad" de los mercados me parece un sistema tan utópico e irreal como el comunismo más extremo.

La teoría económica más ortodoxa dice que "Los mercados aseguran la asignación eficiente de los recursos con la información que transmiten los precios". Es decir, se asignan recursos productivos en aquello que la sociedad demanda y necesita, en la cantidad óptima y de la forma más eficiente posible (producir más con los mínimos recursos).

Pues a mi, perdónenme, me resulta difícil creer en este tipo de afirmaciones. Es posible que el libre mercado funcione mejor que otros sistemas que se han probado, pero de ahí a llamar "eficiente" a ciertas cosas...

Imaginen ustedes un mercado, un sector productivo determinado, compuesto de dos empresas. Ya sé que el buen funcionamiento del libre mercado exige un número de empresas virtualmente infinito pero me viene mejor para el ejemplo y además la realidad se acerca más al oligopolio en la mayoría de los sectores que al ideal de la "competencia perfecta". Pues bien, en este sector del que hablo, se ha alcanzado una notable eficiencia. Se fabrica bien y a bajo coste, y el producto ha alcanzado una gran calidad. O sea, que satisface de forma más que correcta las necesidades de los consumidores y, lo más importante, es realmente complejo y costoso realizar mejoras en el producto realmente significativas.

Parecería lógico pensar que estas empresas deberían dedicarse a producir su producto tranquilamente y en todo caso a buscar la expansión en nuevos mercados y productos. Pero esto no es así. En el sistema capitalista existe siempre la presión de la competencia y el teorema (creo que incluso me lo han demostrado alguna vez con formulillas y tal) de que si no creces te acabas hundiendo.

Nuestras dos empresas, A y B, viven en constante tensión, intentándose arrancar cuota de mercado la una a la otra. ¿Y cómo? Lo de bajar precios (que beneficiaría al consumidor) llega un momento que se acaba y además las empresas buscan por todos los medios formas de competir que no están basadas en la guerra de precios. (P.ej: EL confusopolio)

Pues nos quedan pocas alternativas, la publicidad, que en este caso asigna recursos que no benefician al consumidor ni crean valor, o el tratar de mejorar el producto.

Pero ya hemos dicho que nuestro producto es ya muy difícil de mejorar de forma realmente significativa y beneficiosa para el consumidor. O dicho de otro modo, de forma que justifique la asignación de recursos que se emplea en esta mejora.

Y aquí es donde nos encontramos con el gran absurdo. Si la empresa A "pasa" de tratar de mejorar el producto, lo va a hacer la empresa B y se le va a comer cuota de mercado, ya que cualquier mínima mejora (convenientemente publicitada) va a suponer la única diferencia que el público va a percibir entre productos virtualmente idénticos. Y ya tenemos el círculo vicioso o la carrera sin final. Ambas empresas asignarán recursos humanos, económicos, creativos... a realizar mejoras minúsculas en el producto que no cambiarán significativamente su rendimiento pero que serán publicitadas como revolucionarias.

Ejemplos? Hay muchos: Detergentes de todo tipo, pañales, artículos de higiene femenina,... y el que se muestra en la foto, las maquinillas de afeitar desechables.

Desde hace mucho tiempo, salen regularmente al mercado nuevos modelos "revolucionarios" de maquinillas cuyo único avance es un incremento en el número de cuchillas. Yo me sigo afeitando con un modelo de tres cuchillas y ya van, creo, por las cinco. En campañas de promoción he probado algunos de los nuevos modelos y no he notado una diferencia significativa en la suavidad de mi afeitado (ni las mujeres se han arrojado a mis pies más de lo habitual). ¿Hasta donde llegaremos? ¿Cuál será el número de cuchillas que garantice "el afeitado perfecto"? ¿Son rentables para la economía y para la sociedad los esfuerzos dedicados a lograr estos "importantes" avances? ¿No se podrían asignar mejor todos estos recursos?"

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