La menguante población japonesa en edad de trabajar supone
un serio problema para la economía del país. Para intentar solventar esta
situación, el Gobierno creó un programa que otorga permisos de trabajo y
residencia a ciudadanos extranjeros de países en desarrollo. A primera vista
parece una decisión acertada y que beneficia a japoneses y extranjeros, sin
embargo, son muchos los inmigrantes que han comenzado a quejarse por las
condiciones precarias, los abusos e incluso por impagos de salarios.
El caso de una ciudadana que llegó a Japón en 2013 desde China
y que ahora vive en un refugio para gente sin recursos es uno de los tantos ejemplos
que muestran la situación actual de los extranjeros en Japón que llegaron allí
gracias al programa del gobierno que tenía como objetivo 'rejuvenecer' la
fuerza laboral del país con la edad media más avanzada del mundo. Ella explica
que después de trabajar jornadas interminables seis días a la semana, el que
era su jefe le debe 31.000 dólares. Además estuvo trabajando por un salario que
se encontraba por debajo de la remuneración mínima del país. Sin embargo, se
encontraba acorralada, no podía dejar su empleo porque su permiso de residencia
en Japón dependía del contrato que había firmado.
Según Bloomberg este programa se ha convertido en algunos
casos en una especie de vacío legal para las empresas, que aprovechan para
eludir las normas laborales y obtener una mano de obra barata. A pesar de la
polémica que este ha causado por su permisividad, el Gobierno de Abe está preparando
su ampliación por cinco años más, aunque es cierto que en esta ocasión se
creará un organismo supervisor para prevenir la explotación de los empleados
que se acojan a este programa.
En mi opinión creo que está bien dar trabajo a gente ya sea
del país o no porque de ese modo permites que la gente a la vez que gana dinero
pueden ayudar a sus familias en origen. Sin embargo, este programa no fue hecho
correctamente porque no es justo que una persona sea explotada y que además,
como le ocurría a la ciudadana china por ejemplo, no pueda dejar el país hasta que pase el permiso
que ha firmado y por ello los jefes se aprovechan de la situación para no
pagarle. También opino que aunque el gobierno vaya a continuar con el programa
aunque esta vez con una supervisión, seguirá existiendo este tipo de esclavitud
ya que aunque los supervisores lo vean si no les interesa no lo comentarán ni
harán nada por remediarlo.
Lucía Brun Goni, 1º BSA
Fuente de la noticia: Eleconomista.es
23/02/15
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